El decreto del presidente Barack Obama en el que se declaró a Venezuela como una amenaza “inusual” para la seguridad nacional de Estados Unidos, fue la más evidente expresión de la escalada de la campaña internacional contra el Gobierno de Nicolás Maduro y contra toda la nación venezolana. La derecha internacional coaligada vuelve por sus fueros, actuando articulada y sistemáticamente contra Venezuela, contando además con los esfuerzos de algunos ex presidentes “socialistas” como el español Felipe González.
Es verdad, como dijo recientemente el politólogo Manuel Montañés, que puede llegar a resultar una verdadera calamidad lo que ocurre con algunos ex presidentes que, luego de pasar a la jubilación, pretenden “matar un tigrito” interviniendo en los asuntos internos de países soberanos y fungiendo de defensores de causas perdidas. Fue el caso, por ejemplo, de la visita al país el pasado enero de Sebastián Piñera, Felipe Calderón y Andrés Pastrana, ex presientes de Chile, México y Colombia, respectivamente, quienes participaron en foros sobre “la democracia de hoy”, y fueron considerados por los voceros de la extrema derecha venezolana como una suerte de héroes que con su presencia demostraban su compromiso por la libertad y la democracia en Venezuela.
Aquella visita de los paladines de la democracia neoliberal, se dio en el contexto de la trama de una nueva intentona golpista que fracasaría, y que develaría además la participación como socio y asesor del plan al alcalde metropolitano Antonio Ledezma, hoy preso por tales razones. Es así, como los restauradores de la democracia tipo “Ancien Régime” en América Latina, desempolvaron al español Felipe González quien, recordemos, ya estuvo en Venezuela en el año 2012 ―no por casualidad, también año electoral― acompañado por sus panas del socialismo liberal, los ex presidentes Ricardo Lagos y Fernando Henrique Cardoso. En esa oportunidad, vinieron también a hablar de democracia y libertad invitados por Banesco, institución que venía organizando este tipo de foros en los últimos años, y que incluso había traído al glasnost Mikhail Gorbachev.
Esta vez, el líder histórico del PSOE viene con la intención de defender a Leopoldo López y Antonio Ledezma. Ahora bien, en este nuevo contexto hemos notado algunos elementos en su discurso que, como muchos habrán notado, coincide con lo que ha dicho el senador estadounidense anti cubano y anti venezolano Marco Rubio, e incluso con lo que dijo el ex presidente ecuatoriano y también antichavista fracasado, Lucio Gutiérrez, solo un día después del decreto injerencista de Obama. Este último, preocupado por el encarcelamiento de Ledezma, dijo que “la democracia no es solo ganar elecciones y más cuando estas son cuestionadas”, afirmación que fue precedida por la defensa del voto popular que eligió a Ledezma ¿Y entonces?
Sin embargo, tales declaraciones no fueron una noticia tan difundida como sí lo fue la primera audiencia en contra Venezuela de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, dirigida por el senador de origen cubano Marco Rubio, y que tuvo por nombre “Profundización de la Crisis Política y Económica en Venezuela y sus implicaciones en los intereses de Estados Unidos y el Hemisferio Occidental”. Durante su primera intervención, Rubio dijo: “Venezuela ha dejado de ser una democracia”. Es decir, reconocen que Venezuela siempre ha sido una democracia, asumiendo que no les funcionó aquello de la “dictadura chavista”, y plantean ahora que Venezuela es algo así como una democracia degenerada dado que no respeta los “derechos humanos”. ¿Qué dice Felipe González? Veamos.
La campaña, diseñada evidentemente en los think thanks al servicio de las élites mundiales, expresa la estrategia que hemos visto desde el 2012 en algunos sectores de la oposición: la de usufructuar el discurso crítico emancipador chavista en el contexto de la súper visibilización de los problemas propios de un proceso político democrático como la Revolución bolivariana. Esta vez, junto a la campaña que pretende presentar al Gobierno bolivariano como violador de derechos humanos, surge un discurso que no habla de dictadura, como ocurrió en la era del Comandante Chávez, sino de “democracia deficiente”. Así lo expresan las palabras de González, quien añadió a la sutil campaña la idea de que en Venezuela "se vota", pero "votar no culmina la definición como democrático o no de un país".
Queremos destacar el carácter sutil de los elementos presentes en el discurso, dado que esta vez no están hablando directamente de dictadura castro-comunista ―discurso súbitamente pasado de moda luego del restablecimiento de las relaciones Cuba-Estados Unidos― sino de “déficits democráticos”. Más adelante, el político declara que le parece "peculiar" que el propio presidente Maduro “acuse a López y Ledezma de estar detrás de violentas revueltas y de intento de golpe de Estado, y no lo haga un fiscal o un juez”, una reflexión que aparte de ser tramposa, está orientada a volver con el discurso de que no hay separación de poderes en Venezuela; y es tramposa, porque González sugiere que Maduro usurpó funciones que le corresponden al Tribunal Supremo de Justicia, pero una cosa es una “acusación” en el contexto de la diatriba política, y otra una acusación legal emanada de un tribunal.
Ante la incuestionable verdad de que Venezuela es un país campeón en la realización de elecciones con cifras récord en materia de participación ciudadana, y que ha postulado en el marco de la Revolución la democracia participativa y protagónica como democracia real cuya esencia es la participación directa de la gente en los asuntos que le conciernen, en contraposición a la democracia liberal representativa que considera a las elecciones cada tantos años como la esencia del sistema democrático, ahora los adláteres de esta falsa democracia, en su contraofensiva liberal-restauradora, pretenden robar el discurso revolucionario que plantea que la democracia real es mucho más que elecciones.
La democracia venezolana, en los años de la Revolución bolivariana se convirtió en una de las más dinámicas y participativas del mundo, y su característica fundamental es, precisamente, que ha ido mucho más allá de las elecciones cada 5 años. De tal manera, Felipe González matará su tigrito, bien, pero auguramos desde ya que será una mala inversión.
Amaury González V. / @maurogonzag
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