Nació el 5 de marzo de 1955 en un rancho cedido por sus dueños, Abrahán Reyes y su esposa Patricia, en lo que hoy es el 23 de Enero de Caracas. Cien alumnos sentados sobre el piso, pues no tenían pupitres ni mesas, fueron sus primeros alumnos. Dos muchachas del barrio que solo contaban con quince años y el sexto grado de primaria, las primeras maestras. Hoy, Fe y Alegría es un movimiento de educación popular y promoción Social presente en 21 países de América Latina, Europa y África.
Desde los inicios, los fundadores de Fe y Alegría optaron por la educación por considerarla el medio más idóneo para combatir la exclusión y la miseria, y hacer de las personas sujetos dignos, productivos, solidarios. Pero tenía que ser una educación de calidad, pues no podían aceptar que la educación de los pobres fuera una pobre educación. Si la educación no es de calidad para todos, en vez de contribuir a democratizar la sociedad, contribuye a agigantar las diferencias: buena educación para los que tienen posibilidades de asistir a centros educativos prestigiosos, y pobre o pésima educación para los que asisten a centros o programas de muy dudosa calidad.
En estos tiempos en que tanto se vocea la calidad, pero se entiende de modos muy diversos, para Fe y Alegría, la educación es de calidad si contribuye al desarrollo de sujetos libres, activos y conscientes, con las competencias necesarias para incidir en la mejora de su calidad de vida y en la transformación de su entorno social. Educación que enseña a vivir y a convivir, a defender la vida, a entregar la vida para que todos podamos vivir con dignidad y en paz. Educación que forma auténticas personas y ciudadanos productivos y solidarios, con capacidad de insertarse activamente en el mundo del trabajo y de la producción, y realmente comprometidos con el bien común.
Por ello, a las ya tradicionales dimensiones del informe Delors: Educación que enseña a ser, a conocer, a hacer y a convivir; nosotros, como educadores populares, añadimos educación que enseña a transformar, pues reivindicamos la entraña ética y política de la educación popular, que se define por su intencionalidad transformadora. Apostamos, en consecuencia, por una educación integral de calidad que fomente el potencial transformador de cada persona como sujeto de su historia y de la historia, y optamos por una educación que prepare a las personas, comunidades y naciones, ya no para acomodarse a los cambios, sino para orientarlos a favor de un proyecto de construcción de otro mundo posible en el que prevalezca la justicia, la inclusión, la democracia, y la paz.
Fe y Alegría celebra los 60 con el compromiso de seguir trabajando con renovados bríos para garantizar a todos una educación de verdadera calidad y, ante la grave crisis que vivimos, sigue apostando por el diálogo sincero y honesto, que parta de la autocrítica y de una lectura objetiva de la realidad, como medio esencial para superar la tentación de la violencia y enrumbar al país por las sendas del progreso, la productividad, la unión, la inclusión de todos, la justicia y la paz.
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