Cuando allá por el año 2012 el gobierno bolivariano comienza a explorar la posibilidad de los centros de Producción de Contenidos, diseminados por varios estados del país, las expectativas se potenciaron con las dudas pero también con las ganas de hacer y posibilitar tal iniciativa.
En el camino, el proceso ha tenido avances, retrocesos y estancamientos que buscan salir de su ostracismo, y para esto es necesario una profunda, sincera y revitalizadora crítica y autocrítica de las y los actores involucrados, para no herir de muerte la idea; que es por demás importante para seguir profundizando la democratización de la comunicación del poder popular.
En este sentido, del 9 al 11 de julio de 2015 se logró concretar en la ciudad de Caracas, el 1er Encuentro de saberes en Producción de Contenidos, aglutinando colectivos, comunicadoras y comunicadores de 11 estados del país. Con realidades y procesos diversos estas entidades federales mostraron sus avances, sus lecturas críticas y autocríticas de los procesos de consolidación de los CPC, pero en suma, lo que se desprende como resultado es la necesidad imperiosa de articular, de producir y de no detener un proceso tan necesario como reclamado por la mayoría de los comunicadores y comunicadoras.
Esto se pudo constatar con lo expuesto por integrantes de los CPC de Yaracuy, Aragua y Zulia, entre otros, quienes; además de reseñar los traspié en el proceso de consolidación de la idea, pudieron también socializar concreciones de importancia para la inclusión social comunicacional que se ensayan desde sus respectivos Centros de Producción.
Otros Centros, aún en proceso de consolidación, como el de Táchira, por ejemplo; perfectamente se suman a iniciativas de estados donde la creación de estos Centros están aún apenas plasmados en un cronograma de conformación futura.
Así las cosas, es dado pensar en una estrategia de cuatro frentes que democraticen espacial, temporal y materialmente no solamente la producción de contenidos, sino el involucramiento de los más diversos sectores sociales en el pensamiento del mensaje alternativo a construir y difundir.
Es así que surge la idea de la Mesa de Producción de Contenidos Multimediales (MPCM). Un espacio diverso, dinámico, analítico y propositivo donde comunicadores, cultores, estudiantes, campesinos, productores audiovisuales independientes, docentes, militantes de base, entre muchos otros voceros y voceras del poder popular tienen un espacio para expresar sus puntos de vista sobre las necesidades y las aspiraciones comunicacionales que le demanda su cotidianeidad.
Instaladas periódicamente, estas MPCM se transforman en espacios fermentales para el ejercicio pleno del derecho a la libertad de expresión y consolidación de una nueva lógica comunicacional que va más allá del entrevistador y el entrevistado. Sino que además se activa el concepto de “prosumidor comunicacional” - para definirlo de alguna manera. Donde cada hombre, mujer, niña, niño o adulto mayor, es tanto productor de contenidos como consumidor de los contenidos sugeridos por la Mesa, analizado y aprobado en colectivo.
Activando pues un verdadero consejo editor ampliado que rompe esquemas mediáticos tradicionales, horizontaliza la elaboración, conceptualización, construcción y distribución de los mensajes no alienantes que alimentarán comunicacionalmente al cuerpo social.
Sobre la premisa de que “la comunicación es al cuerpo social, lo que la alimentación al cuerpo humano”, el “prosumir” de manera colectiva los “nutrientes comunicacionales” no alienantes que nutrirán el debate social y consolidarán la agenda colectiva en el campo de la formación, la información y la comunicación, nos asegurará paulatina, pero sostenidamente, una comunicación alternativa de nuevo tipo. Sin duda, participativa, protagónica y proactiva.
Esta Mesa de Producción de Contenidos Multimediales, como generadora de “materia prima” comunicacional, alimenta directamente a la Unidad de Producción de Contenidos, que conceptual y materialmente debe ser cada medio o estructura comunicacional del poder popular; llamémoslo radio alternativa, televisora comunitaria, impreso vecinal, plataforma digital alternativa, proyecto muralista, expresión artística teatral, entre otras expresiones culturo-comunicacional-formativa-informativa que se cree en el fragor del debate colectivo. En estas instancias de encuentro y propuesta, sin duda se abonan procesos de integración social que cimentarán las bases para una diferenciada integración inter y transfronteriza.
El concepto de “cada medio es una unidad de producción de contenidos”, o “cada medio una escuela” debe ser nutrido necesariamente por el trabajo integral e integrador de los cinco ejes de la comunicación alternativa. A saber, la organización, la formación, la producción de contenidos, la sustentabilidad alternativa y la difusión asertiva de los elementos comunicacionales elaborados.
Manejando la praxis y la dialéctica del “pueblo comunicador” los medios alternativos y comunitarios, tendrán en sus estructuras verdaderas Unidades de Producción. Usinas elaboradoras de la materia prima comunicacional que germina en las calles, plazas, avenidas, centros educativos, sindicatos, estadios, universidades, fábricas, en los campos; y más.
Seguramente allí donde el hombre y la mujer estén pensando, creando e intercambiando ideas, saberes y haceres; hay un proceso comunicacional fermental, que amerita ser analizado, registrado, sistematizado, procesado y transmitido con la mayor de las sinceridades.
Serán pues, estas Unidades de Producción de Contenidos ancladas allí en el seno de las comunidades urbanas o rurales, metropolitanas o alejadas de los centros de poder y decisión política, las que tributarán a los Centros de Producción de Contenidos (CPC). Verdaderas unidades especializadas, donde cada uno de estos elementos aportados desde los más diversos puntos cardinales de cada uno de los municipios de cada estado, irán moldeando esa nueva lógica, esa nueva dialéctica del “pueblo comunicador” tomando para sí, ante sí y ante la comunidad global, su inalienable derecho a comunicar y ser ellos mismos, vasos comunicantes, del torrente informativo de la llamada aldea global.
En eso juega un papel preponderante las TIC. Su acceso, manejo y empoderamiento a cabalidad desde la más temprana edad y apuntalando una alfabetización tecnológica asertiva para con las generaciones que se han desarrollado a la postre del boom tecnológico y cibernético, debe ser una política pública comunicacional transversal y transversalizante en la sociedad del siglo XXI. So pena de expandir la llamada “brecha tecnológica” y multiplicar los analfabetos cibernéticos de los próximos años.
Ahora bien, estas instancias antes mencionadas, no pueden funcionar inconexas, anárquicas ni intermitentes. Sino que deben responder a un plan. Construido también desde el fragor del debate, sobre la base de un plan nacional ya definido, por ejemplo en el Plan de la Patria Comunicacional, el Plan de la Patria ideado por el comandante Chávez y la esperada Ley de la Comunicación Popular que se mantiene aún en debate parlamentario. Pero que, juntos, todos esos elementos y muchos otros, que sin duda se irán sumando a la jurisprudencia presente y futura del “pueblo comunicador”, en su incesante afán de inventar la democracia participativa y protagónica, serán los responsables de moldear esa comunicación alternativa que trascienda fronteras, tanto geográficas, como idiomáticas, de conceptos y pre-conceptos anquilosados, para dar paso a una comunicación humana y humanizante; hacedora de hombres y mujeres libres.
En esta línea de ideas, donde las Mesas, las Unidades y los Centros de Producción de Contenidos no puedan andar cada uno por su lado, surge la imperiosa necesidad de que las y los comunicadores populares nos organicemos en una Coordinación Nacional de CPC que nos permitan delinear estrategias emergenciales y coyunturales. Pero también analizar, evaluar, planificar y desarrollar la necesaria construcción estructural de esa nueva comunicación que desde las bases está germinando.
Ese mensaje liberador que en las Mesas de Producción de Contenidos está germinando y direccionando hacia donde deben apuntar las baterías de la artillería del conocimiento y del ser y el hacer comunicacional. En una estrategia a corto, mediano y largo plazo que teja un entramado tan analítico, crítico, autocrítico como propositivo, que supere los inmediatismos que nos han hecho tener una mirada criminalmente cortoplacista de la comunicación y de sus procesos comunicantes y que lejos de comunicarnos nos ha “alienado” de nuestras estructurales necesidades como “pueblo comunicador”.
Sin duda, en esta disyuntiva juega un papel preponderante el tema de “sustentabilidad y la sostenibilidad” de los medios, la viabilidad de las estructuras comunicacionales de toda aquella estructura que sin ser “un medio de comunicación” necesita comunicar como elemento dinamizador y democratizador de la información como insumo de confianza, herramienta de construcción del proceso histórico-social de una comunidad, y centralmente como un aliciente formativo de socialización y consolidación de saberes para las generaciones de relevo.
Cabrá entonces, pensar y pensarnos en un proceso de consolidación de estrategias supra colectivas, interconectadas e interrelacionadas de sustentabilidad que rompan los paradigmas del financiamiento capitalista, cortoplacista, individualista y que inexorablemente lleva a una conceptualización individualizadora del proceso comunicacional en todas sus etapas, escalas y niveles.
La sustentabilidad como resultado y no como chantaje. El financiamiento como contrapartida del desarrollo de un proceso y no como condición previa a la activación comunicacional necesaria. Que se traduce inevitablemente en la “mercantilización del hecho comunicacional” y por ende no puede más que generar alienación y precarización de conceptos y el vaciamiento de contenidos. O lo que es peor, el impulso a la chouvinización de la comunicación como un mero show, otro más en los escaparates de la sociedad de consumo.
Es pues, la “comunicación socialista” nuestro norte en la recuperación de la esencia de la “comunicación social”, denunciando la “comunicación comercial” que nos circunda, aliena y condiciona.
Corresponsales del Pueblo
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