En una nota aparecida el 01 de julio 2015, en el portal Contrainjerencia (http://www.contrainjerencia.com) el dominico brasileño Frei Beto, dice algunas cosas sobre el Papa Francisco que me permito comentar.
1. Calificar de “revolucionario”, a éste o a cualquier papado no sólo evidencia un exceso de fidelidad confesional, sino también, y sobre todo, una pérdida de memoria histórica. Desde que los Papas decidieron hacer de la Iglesia un instrumento político al servicio de las rancias monarquías del Medioevo, alejándola del servicio pastoral, los Papas han sido y seguirán siendo los peregrinos del capital para su reproducción.
Si algo hay de verdad en el Papado (sin importar a quién le toque el turno de ejercerlo) es su contribución a la contrarrevolución allí donde los pueblos se pusieron de pie para decirle basta a la dominación imperialista. Fue el caso de Nicaragua y El Salvador, en los 80’ del siglo pasado, por citar los más próximos a nosotros los latinoamericanos. Ahora, podrían ser Bolivia o Ecuador. Total, Cuba ya inició el camino de su “reconversión”. Dicen, gracias a la intermediación de Francisco.
Lo que importa, más allá de estos hechos, es que la historia del Papado no es otra que la historia de las guerras, el hambre, la destrucción, el terror. Aquí y donde quiera. Y no podía ser de otro modo si nos atenemos al mensaje de los evangelios.
2. Sobre la teología de la liberación tendría que decir que también figuró, y hay todavía algunos despistados que insisten en hacerla aparecer como una opción revolucionaria. Esto sirvió y sirve para que algunos de sus integrantes sigan contaminando el pensamiento y la acción de las verdaderas opciones libertarias, mientras disfrutan de los placeres terrenales que ofrecen las universidades de la IVY o las instituciones y ONGs para la sedición y el terror.
3. Creo, finalmente, que la Inquisición no es un hecho del pasado. Como tampoco lo son los dominicos o los jesuitas. Su lenguaje ha sido siempre el lenguaje de la violencia simbólica desde la familia, la escuela, el púlpito, y ahora también desde el internet y las “misas campales” fuera del Vaticano.
4. Francisco no es una excepción. Y si lo fuera, no será por “ser el jefe de Estado más importante del mundo” y, mucho menos por “revolucionario”, sino porque su actuar y su palabra, confirman la regla.
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