Sueles conversar con mucha gente mientras haces una cola, algunas relajadas y otras con el ceño encendido en la frente a punto de colapsar. Por eso, trato de llevar unos audífonos para escuchar la radio, de esta forma armonizar un poco el ambiente. Hago cola cuando tengo la certeza de lo que van a vender, no dispongo de tiempo ni de paciencia para adivinar, que tienen adentro los camiones parado en el supermercado. Ese tipo de gente que hace eso, simplemente es bachaquero o está próxima a una cita psiquiátrica.
Hace unos días, hice una cola porque necesitaba los productos que iban a vender: leche, mantequilla harina y azúcar. Aquí se armó una limpia. Como siempre sintonice la radio, estaba el programa de un doctor de medicina regenerativa. De forma acertada, decía que el azúcar era un veneno, que la leche era para los becerros y ni hablar de lo dañino que era la harina, mantequilla, entre otros.Y, yo aturdida no tanto por la cola, sino por aquella información que ametrallaba mi cerebro.
Pero, como dicen por ahí: la costumbre es más fuerte que el amor. Aunque de antemano lo sabemos, metes al estómago alimentos que son nocivos para la salud. Realmente, nos inocularon que dentro de la bendita cesta básica estaban esos productos, y que no teníamos opción sino amarrarnos a ellos. Por ejemplo, ¿Por qué no hacer mayonesa o salsa de tomate casera? Pero nos resulta más fácil hacer enormes colas para ir corriendo a comprarlas. Esto sucede hasta con los envases de jugos para los chamos, he visto ¿madres? Sí, madres hacer cola para adquirirlos. Es cierto, hay cosas que no puedes sustituir, por esta razón debemos jugar con la creatividad. No es fácil, porque confieso que terminé comprando esos productos que apaciguaron mi angustia. Porque sencillamente el no poseerlos te produce estrés.
Por esta razón, no debemos negar que de cada crisis tenemos que buscar alternativas, para no comprar y morir en el intento.
Volver a la Página Principal
No hay comentarios:
Publicar un comentario