Quien no se ha reído con las ocurrencia del chapulín colorado. Que a pesar de su torpeza su misión era defender y socorrer a quien le solicitase ayuda. Como dicen por ahí: la intención es lo que vale.
Recordé mucho esta frase en estos días, cuando me tocó llamar al sundee, para denunciar el aumento progresivo de una cablera y además para preguntarle en que carnicería compraba el superintendente la carne o el pollo al precio justo, por lo menos que diera el dato de alguna en particular. Después de escuchar detenidamente la respuesta de aquella operadora, respire hondo, sin llegar a transformarme en una especie de energúmena, como aquella loca desesperada por cuatro cremas dentales.
Estaba clara, que la necesitada de ayuda era yo, y termine escuchando una voz de auxilio en el otro lado de la bocina: ¿Que quieres que nosotros hagamos, si ellos aumentan los precios a cada momento y no le paran a las multas? Esa fue su respuesta. Esa muchacha necesitaba que hacer con los especuladores y yo sólo quería denunciarlos, como decía Galeano, el mundo al revés. Podríamos coquetear con esta realidad para pensar que tan David somos contra Goliat, o seguir actuando con aquella torpeza del chapulín colorado, aun con su buena intensión. Realmente, el problema no es sólo los que echan vaina, sino los que no hacen nada para evitarla.
Ahora me pregunto, ¿como inyectarnos de esperanza cuando vemos a cada rato esta realidad? Una cosa es tener conciencia que todo lo que acontece en el país, no es más que derrotar a esta revolución, pero otra cosa es, que desde las trincheras donde deberían defender al pueblo se actué de forma negligente. No voy a actuar de manera extrema, tildando aquella muchacha de burguesa, apátrida, y para usted de contar; porque su respuesta va cónsona a las actuaciones de ese organismo que no sabemos a quien defiende.
Y mientras tanto nos preguntamos: ¿Y ahora quien podrá defendernos?
El chapulín colorado, por supuesto.
* El resaltado es de los editores
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