sábado, 22 de agosto de 2015

David Brooks: "¿Un socialista en la Casa Blanca?"

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Nueva York. Siempre ha afirmado que es un “socialista”, siempre ha promovido propuestas progresistas sobre salud, educación pública, el seguro social y el medio ambiente, siempre ha sido crítico severo de políticas imperiales de intervención y guerras injustificables, y siempre se ha proclamado del lado de los trabajadores y de los más vulnerables contra lo llama una oligarquía del 1 por ciento que está usurpando la democracia estadunidense y ahora llama por una “revolución política” para rescatar a su país – o sea, posiciones que suelen quedarse al margen de los concursos políticos nacionales en Estados Unidos.

Pero por ahora, son las posiciones del candidato presidencial que ha realizado los mítines electorales más masivos de todos los más de 20 candidatos a la Casa Blanca de ambos partido, y las encuestas registran que ya amenaza a la reina del Partido Demócrata –Hillary Clinton- en algunos estados claves. Nadie lo pronosticó, ni se lo imaginaban.

El senador federal Bernie Sanders está asombrando a la cúpula política, y asustando a los otros precandidatos que buscan la nominación del Partido Demócrata como su candidato presidencial el próximo año, incluyendo a la reina de ese partido. En las últimas semanas sus mítines han sido cinco veces más grandes que cualquiera de los de Clinton hasta la fecha.

Su mensaje siempre gira en torno a un ataque frontal contra la injusticia económica y el famoso “1%”, vocabulario legado del movimiento Ocupa Wall Street: “el tema de la desigualdad de riqueza e ingreso es el gran tema moral de nuestros tiempos, es el gran tema económico de nuestros tiempos, y el gran tema político de nuestros tiempos… Nos enfrentamos con una clase multimillonaria que ha comprado nuestro sistema político para enriquecerse”, afirma.

En otro discurso aclaró que “lo que está haciendo esta campaña es enviar un mensaje fuerte y claro a la clase multimillonaria: su avaricia está destruyendo a Estados Unidos de América. Este país nos pertenece a todos y no sólo a unos cuantos multimillonarios”.

“Nuestra campaña se trata sobre crear una revolución política que le dice a la clase multimillonaria que no pueden tenerlo todo; este país, este gobierno nos pertenece a todos…. Cuando nos unimos, cuando no permitimos que nos dividan por el color de nuestra piel, o nuestra orientación sexual, por si un hombre o una mujer nació en Estados Unidos o en otro lugar, cuando nos unimos, no hay nada, nada que no podamos lograr”, afirma ante ovaciones de sus apasionados seguidores. En su portal de la campaña, el mensaje de bienvenida es “¿Listos para iniciar una revolución política?” [https://berniesanders.com].

Sanders, quien siempre se ha autodefinido como “socialista democrático” es senador federal independiente de Vermont, anteriormente fue representante federal (lleva 24 años en el Congreso federal) y antes el muy popular alcalde de Burlington en ese estado (aunque es originalmente neoyorquino de Brooklyn) donde sus seguidores y equipo tenían el apodo de “Sanderistas” – de hecho, fue una de las voces críticas contra las políticas estadunidenses en Centroamérica durante esos años.

Nunca ha tenido el apoyo de la cúpula del Partido Demócrata, y líderes políticos, analistas y comentaristas descartan sus posibilidades como candidato presidencial y aún menos la posibilidad de que llegue a la Casa Blanca.

Pero un sector importante – sobre todo el de la juventud – de la base del partido sigue sorprendiendo a los expertos y dirigentes partidarios con su apoyo entusiasta del político de 73 años de edad distinguido por su melena blanca despeinada, su retórica sencilla, franca y furiosa envinada con su acento de Brooklyn, donde nació.

En este último mes, más de 20 mil personas se presentaron a un acto electoral de Sanders en Portland, Oregon, con la próxima noche otros 27 mil o más en Los Ángeles (cinco veces más grande que cualquier evento público de Clinton, reportó el Washington Post), seguido por miles más en ciudades medianas y pequeñas – opacando en algunas instancias lo que convoco Barack Obama en su histórica campaña en 2007.

Mientras tanto, en el ciberespacio, más de 100 mil se sumaron a una trasmisión en vivo a 3 mil 500 eventos por todo el país a fines de julio para escucharlo hablar desde un departamento en Washington; su página de Facebook tiene a 1.6 millones a los que le “gusta” Sanders, casi medio millón más que Clinton y mucho más que los otros candidatos de ambos partidos. Decenas de miles se han registrado para hacer trabajo voluntario en apoyo de su campaña.

A la vez, su nivel de aprobación se ha incrementado dramáticamente. Una encuesta reciente de CNN tenía a Sanders a sólo seis puntos de Clinton en el estado de Nueva Hampshire (importante no por tamaño sino porque celebra la primera elección primaria; más aún, una encuestadora estatal lo tenía ya en primer lugar) y a nivel nacional, registró un incremento de 10 puntos en sólo un mes, llegando a 29 por ciento frente a 47 por ciento de Clinton– ambos muy por encima de los otros tres en la contienda.

Mientras tanto, la campaña de Sanders se distingue también por la fuente de los fondos –la abrumadora mayoría de ciudadanos comunes- comparado a los demás, incluyendo Clinton donde lo más notable es el monto que proviene de unos cuantos multimillonarios. Es una campaña basada en la autogestión, donde sus promotores señalan que el senador está creando un “movimiento masivo” encabezado por las bases, y no por “profesionales políticos”.

Algunos opinan que, parecido en cierto sentido al caso del fenómeno de Donald Trump en el ámbito republicano, el inesperado éxito de Sanders se genera porque la gente está harta de candidatos profesionales de la maquinaria política y a pesar de que durante más de tres décadas ha sido un político.

Pero en contraste con Trump, Sanders ha mantenido su compromiso con ciertos principios progresistas toda su carrera enfrentando a la cúpula establecida. Trump es parte integral de esa cúpula. De hecho, Sanders ha denunciado al multimillonario por su mensaje antimigrante y lo calificó como “una vergüenza para nuestro país”.

El consenso entre los expertos es que la inmensa maquinaria política y el multimillonario financiamiento de la campaña de Clinton eventualmente aplastará a toda su competencia, incluyendo al que por ahora está en segundo lugar detrás de ella. Sin embargo, casi todos tienen que reconocer que la presencia de Sanders está teniendo un impacto sustancial sobre este concurso político, obligando a todos, incluso a Clinton, a abordar el tema del “1% contra el 99%” como uno de los ejes de la gran disputa político-electoral en este país.

Mientras tanto, el hecho de que el mensaje de Sanders, como su ira, tenga resonancia masiva, revela la existencia de un sector más amplio de lo que conocían los “expertos” –encabezado por jóvenes– que favorece un cambio progresista profundo, tal vez hasta una “revolución política”, en este país.

Y tal vez lograra que la palabra “socialista” ya no sea tan tabú en este país.

Fuente: LaJornada

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