viernes, 14 de agosto de 2015

Sylvia Ubal: Odisea de una ama de casa en tiempo de crisis

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Sin duda que la guerra económica planificada por el imperialismo y puesta en práctica por sus lacayos de la Burguesía contra Venezuela, desde el año 2013, con la desaparición física del comandante Hugo Chávez. Produjo un grave efecto sobre la economía del Estado y sobre el salario de las familias venezolanas. En estos momentos las amas de casa debemos luchar con una nueva modalidad de vida que nunca hubiera imaginado.

Debemos luchar con la inflación, la falta de insumos y por sobre toda las cosas la nueva modalidad de comprar, (las colas), la escasez de algunos productos esenciales para la dieta del Venezolano, es en buena parte inducida por los enemigos de la Patria.

Se me ocurre bautizar esta realidad como “el síndrome de las colas”. Ya muchas y muchos venezolanos hacen cola, a veces sin saber qué van a comprar porque no saben lo que están vendiendo. El martes 04 de agosto, estoy esperando a una amiga en la Avenida Fuerzas Armadas y de repente en escasos minutos se comenzó a formar una cola frente a un negocio, le pregunte a una señora que están vendiendo?; y para mi sorpresa, ésta Sra. me contestó, la verdad que no sé pero llego un camión. Ya es común que al comenzar a formarse una cola, la gente se va agregando porque supone que cualquiera sea el artículo que llegó, es mejor comprarlo antes que vaya a terminar.

Existen personas que día a día van destruyendo, lo que con sacrificio se había logrado en 15 años de revolución, no sé qué calificativo ponerle, falta de conciencia, falta de solidaridad o una tremenda irresponsabilidad. Ahí es cuando me pregunto si es verdad que muchos no han comprendido los logros alcanzados,   y estamos estancados sin saber, como enfrentar estas colas y los altos precios.

Un día en un supermercado es un calvario, atravesamos primero por una cola, que debemos hacer afuera de los locales pues a los encargados se les ocurre que debe ser así, después que logramos entrar, debemos atravesar otra odisea pues ahí nos conseguimos con gente dispuesta a pelear, a no respetar el lugar del otro. Comienzan las llamadas a distintas personas, que le guardaron el puesto  y ahí la rabia de quien estaba en su lugar y de repente aparecen seis o siete personas, que se ponen delante de uno sin respetar, y eso pasa en todas partes. Tampoco es posible creer en algunos ciudadanos, porque por solidaridad uno no iba a comprar un producto, se lo cedía al que se encontraba a nuestro lado, pero eso ahora es imposible ya que no puede confiar que ese producto, no va a ser revendido porque es parte del bachaqueo.

 Hace unos días una compatriota de la tercera edad parecía muy preocupada, porque no era su día de compra y solicito que le compraran un pote de leche, y la persona que estaba a su lado se lo compro y para su sorpresa delante de ella llamo a alguien para decirle que tenía la leche para venderle.

Y así es que día a día padecemos de los abusos y sin poder encontrar una solución, al grave problema que atravesamos, en el día a día.  Como es posible que antes que lleguen los productos, ellos los bachaqueros ya se encuentran haciendo cola, se saben los números de teléfono de las personas que distribuyen, de las cajeras que les notifican que producto va a llegar, y esperan hasta lograr su objetivo que es llevarse los productos a precio subsidiado para venderlo a quien está dispuesto a pagar.

Ya la gente no deja que los productos lleguen a los anaqueles. De esta manera se está exacerbando en las y los venezolanos el acaparamiento, el consumismo y la viveza criolla. Así, muchísimas personas colaboran con los planes de los enemigos de la Patria sin planificarlo, algunos sin estar conscientes de ello.

El acaparamiento se ha vuelto un mal endémico

Es fácil entender el efecto negativo que produce esta obsesión de comprar todo lo que aparezca en los supermercados, se necesite o no. Si algunos en lugar de comprar la harina pre cocida por paquetes semanales o quincenales como antes lo hacían, ahora los compran por bulto, obviamente están contribuyendo con la escasez que estamos viviendo. Algunos compran mucho más de lo que pueden consumir en 15 días o un mes, con diferentes objetivos e intenciones.

Están los jefes de familias y otros ciudadanos honestos que acaparan en sus hogares por miedo a la escasez; sin caer en cuenta que están contribuyendo a más escases. Están los ciudadanos y comerciantes de la economía informal, que con fines mercantilistas compran más de lo que necesitan (acaparan), para revender en sus barriadas y caseríos, encareciendo irresponsablemente, cada producto hasta más de trescientos por ciento su valor y están contribuyendo a la escasez y a la inflación, sólo por su deseo de lucro personal.

Están los grupos económicos que acaparan para crear escasez ficticia y luego especular, para generar un aumento de los precios con intencionalidad político- partidista, contribuyendo así a desquiciar la economía venezolana.  Y en este grupo están incluidos quienes sacan del país a través del contrabando de extracción, productos de primera necesidad, incluyendo los distribuidos por la red MERCAL, algunos de los cuales son subsidiados por el Estado venezolano hasta en un 80%.

Esta no es la Venezuela que queremos la que nos dejó el Comandante Supremo. Debemos Impulsar y aprobar todas las medidas para frenar el acaparamiento, la usura, el contrabando de extracción; sea que este último se cometa por los caminos verdes o por los lugares de distribución en las ciudades y pueblos. Tenemos que buscar el rumbo, ver en que nos hemos equivocado, y rectificar para lograr los objetivos trazados. ¡Seamos aún más celosos con el legado de nuestro Comandante Chávez, evitemos a toda costa que el amor se enfríe! ¡Avancemos con el apoyo del pueblo organizado, que está en movimiento de acuerdo con las enseñanzas de Chávez!

sylviaubal@gmail.com / Barómetro Internacional

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