Esta mañana, el periodista Carlos Croes tuvo como invitados en su acostumbrado programa dominical a los estudiantes Alfredo Graffe, presidente saliente de la FCU de la Universidad Simón Bolívar, y a Jorge Ladera, líder estudiantil del PFG de Estudios Políticos y Gobierno de la UBV. En el espíritu de las palabras iniciales del conductor, la idea era plantear un diálogo entre dos jóvenes con ideas políticas distintas en un contexto donde parece difícil plantearlo entre dos adversarios políticos tradicionales (no jóvenes).
De tal manera, los dos jóvenes plantearon sus puntos de vista ―apoyados en datos― sobre lo que actualmente ocurre en el país en materia económica, universitaria, de seguridad, universitaria, y si en términos generales podemos decir que la forma en que se dio el intercambio resulta esperanzadora en un escenario donde el diálogo en las altas esferas parece entramparse por diversos y complejos factores, conviene hacer algunos señalamientos de fondo con la idea de hacer un aporte desde una visión ética-política.
Ciertamente, estamos de nuevo en un año electoral y esa es la lógica que se impone. Por más conciliadores y abiertos que queramos ser, se hace necesario cerrar filas de cara a la venidera contienda de diciembre. Pero, más acá de eso, vayamos al primer punto. En primer lugar, comentemos la intervención de Graffe. Planteando un discurso evidentemente bien articulado y trabajado sistemáticamente, el estudiante se refirió la situación de la inseguridad, al desabastecimiento y la escasez, como situaciones que afectaban a todos los venezolanos y que abrían el espacio para la coincidencia entre chavistas y opositores.
Asimismo, Graffe se presentó como un joven opositor que no coincide con las ideas y acciones de cierto sector de la oposición, al tiempo que sentó su posición frente a lo que considera un Estado que “quiere abarcarlo todo” y debilitar al individuo en un entorno corrupto e ineficiente. Para Graffe, el debate ya no está planteado en términos de izquierda y derecha sino entre los que están arriba y los que están abajo. Entretanto, vino el turno de Jorge Ladera quien, después de advertir sobre la presencia de un “falso discurso conciliador”, planteó que la situación económica se debía a un plan denominado “tormenta perfecta por afectación de la demanda” (guerra económica) y que mucha de la inseguridad que padece el país se debía a factores “importados”.
Indistintamente de las intenciones y propósitos de Graffe, de la autenticidad o no de su actitud conciliadora, su performance estuvo siempre orientado a plantear el “fracaso del modelo”, discurso que viene difundiendo el grueso de la oposición política del país, y por lo general sin ofrecer una alternativa viable que no sea neoliberalismo salvaje. Ahora bien, Ladera puso sobre la mesa el tema de la lucha de clases; de que todo lo que estábamos viviendo era una manifestación de la lucha de clases. Y cuando Croes le preguntó a Ladera si eso era marxismo, este le respondió que sí.
Como la idea no es, por razones de espacio y tiempo, comentar cada argumento planteado, planteemos un par de críticas orientadas, más que a una “conciliación”, a un conjunto de bases mínimas de entendimiento necesarias para el desarrollo fructífero del diálogo político. La primera de ellas es para Graffe. Es importante, de cara a la necesaria renovación que debe darse en la oposición venezolana desde la juventud, ser más autocríticos y tratar de comprender las razones que generaron la Revolución bolivariana; sobre todo cuando no les gusta que se les recuerde a cada momento de dónde venimos. Cuando la gente les pregunte ¿Qué país proponen? No pueden responder “un país donde no hayan militares custodiando los supermercados”.
La segunda crítica la dirijo a Ladera. Si bien el discurso conciliador de Graffe podría ser falso, se hace necesario tomarle la palabra, separando el grano de la paja, en los aspectos en los que puedan haber reales coincidencias, y sin tirar al bebe junto al agua de la bañera. Si un joven de la oposición plantea la necesidad de la conciliación, la respuesta no puede ser decir que aquí lo que hay es una lucha de clases. Y en caso de que la haya ¿En qué sentido la hay? ¿Cuáles serían esas clases? ¿Serían esas clases más bien colores? Hace tiempo lo dijo Fidel Castro, la lucha hoy es de ideas, es hegemónica.
Más que una lucha entre burgueses y proletariado ¿No se estará librando esa lucha entre el Estado y un sector empresarial opuesto a la idea de la diversificación de la economía? Es decir, no estará planteada la lucha entre la vieja burguesía comercial y una nueva burguesía de altos funcionarios y nuevos empresarios que quieren producir en el país? ¿Entre vieja y nueva burguesía comercial? ¿Mera captación de la renta petrolera? Habría que comenzar el debate por ahí, por ser este el principal problema político de este país: la captación y la distribución de la renta petrolera.
En general, el debate entre Graffe y Ladera estuvo interesante, tocándose puntos vitales de la vida social del país como la educación universitaria y la formación para el trabajo. Venezuela necesita una oposición que deje de ser aspirante a administradora colonial de potencias extranjeras, y una clase dirigente (juventud) que reconozca y enmiende los graves errores cometidos, es decir, que sea crítica, pero que también sea creativa; sobre todo para matizar de forma inteligente la idea de la “lucha de clases”.
Amaury González V.
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