viernes, 2 de octubre de 2015

Sembrar el petróleo: reflexiones sobre el "excremento del diablo"

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Preocupado por el papel creciente que el ingreso por concepto de renta petrolera estaba desempeñando en la economía del país, Uslar Pietri escribió su conocido editorial “Sembrar el petróleo”. En el artículo, el pensador advierte que esta renta podría “llegar a hacer de Venezuela un país improductivo y ocioso, un inmenso parásito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora y abocado a una catástrofe inminente e inevitable.

En 1936, año en que Uslar hizo su planteamiento, evidentemente no se tenía idea de la cantidad de petróleo que había bajo tierras venezolanas. De ahí que se refiera al aceite negro como una “abundancia momentánea”, considerando que estaba claro desde aquella época su carácter de hidrocarburo no renovable. Hoy, sabemos que Venezuela alberga las reservas petroleras más grandes del mundo, y que desde los años 30 hasta la actualidad, el país ha disfrutado de épocas en las que los altos precios del “oro negro” en el mercado internacional, han generado ingresos estratosféricos súbitos que le han permitido importar a discreción casi cualquier producto o servicio cual Estado mágico capaz de sacar cualquier cosa de su sombrero, diría Coronil.

Si bien hoy sabemos que la riqueza petrolera no era tan momentánea, la idea de que vivimos en un país “improductivo y ocioso”, de que nos fuimos convirtiendo en “un inmenso parásito del petróleo”, constituye un tema que no puede tener más vigencia. En los últimos meses, el mundo ha sido testigo de la reducción drástica de los precios internacionales del petróleo debido a varios factores, coyuntura que ha afectado en primer lugar a los países productores como Venezuela. Luego de un precio que se mantuvo estable alrededor de los 100$ el barril en los últimos años, este se precipitó hasta los 40$. Es decir, nuestro ingreso ha mermado en un 60%, lo cual ha impactado sensiblemente nuestra economía.

Uslar Pietri, en aquel momento hizo una serie de propuestas:

Urge crear sólidamente en Venezuela una economía reproductiva y progresiva. Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases  sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para  invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las  industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales.”

Pero esa “evolución productora del pueblo venezolano” no se dio en los años sucesivos, y los planes para sustituir las importaciones no tuvieron mucho éxito, en un contexto de dependencia tecnológica donde al mismo tiempo se descubrían nuevos yacimientos del preciado hidrocarburo, acentuándose la monoproducción.  Solo hoy, encontrándonos en una difícil situación por la caída de los precios, la política  industrializadora parece haberse retomado con seriedad y nuevos bríos.

En la actualidad, en medio de la compleja situación que atravesamos, economistas como Víctor Álvarez han dicho recientemente:

“La falta de divisas sentencia que ya no es posible importar para abastecer la demanda nacional. Los crecientes problemas de escasez que atormentan a la población y ponen en peligro el resultado electoral que al gobierno le interesa lograr, reivindican la importancia de industrializar la economía nacional para alcanzar la soberanía alimentaria y productiva.”

Más adelante, agrega: “Solo a través de un esfuerzo sostenido por industrializar la economía nacional será posible derrotar los flagelos de la escasez y la inflación que azotan a la población.”

Tanto Uslar como Álvarez coinciden en la necesidad de industrializar, de usar los recursos en época de abundancia para promover la agricultura y la manufactura, para así diversificar la economía. Álvarez, apunta además una serie de medidas económicas complementarias y simultáneas, en función de los nuevos enfoques de la economía moderna.

Sigue siendo un alto desafío, acostumbrados como estamos a ser parásitos del petróleo. Sin embargo, la tecnología moderna y la consciencia que hoy se tiene de este histórico lastre nos permite, haciendo un inventario de todo lo anterior, plantear tres significados de la frase sembrar el petróleo. Esta, nos habla de un esfuerzo que hay que hacer en la siembra de la semilla necesaria para que esta nos provea, con el tiempo, de los preciados frutos del trabajo. Solo que hablamos de una semilla que es de las más difíciles de sembrar.

De tal manera, sembrar el petróleo, para nosotros significa, aparte de industrializar para producir nuestros alimentos y artefactos:

1- Industrializar el petróleo: La petroquímica y su tremendo potencial.

2- Invertir en las energías alternativas, en todas sus formas y posibilidades.

3- Dejar gran parte de esas inmensas reservas petroleras bajo la tierra. (La mejor manera de sembrarlo).


El petróleo se convierte en “excremento del diablo” (Pérez Alfonzo), cuando la economía de un país depende, en casi todas sus letras, de su explotación.

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