Nos las pasamos, horas, días enteros criticando en la calle… aquí o allá. Para luego llegar a la tranquilidad de nuestro hogar a descargar la ira en 140 caracteres, que cada día es insuficiente. ¿Qué estamos molestos? ¿Que no conseguimos tal o cual producto? ¿Qué ya no aguantamos las colas? ¿Qué estamos impotente? Todo pero todo, es cierto. Es verdad, existe un malestar colectivo, cuyos factores son muchos, como muchos los errores que se comenten para solucionarlos.
Mientras tanto, se aproximan unas elecciones, que quizás los opositores utilizaran otra vez como plebiscito. En cierto modo pudiera ser, pues las mismas revisten una importancia que no habría que menospreciar. No tardarás en escuchar a alguien: vota por mí, bla,bla… todas aquellas apasionadas promesas que nuestros oídos refinados escucharan. Irán por ti, a buscar el voto: te pasaran suavemente la mano sobre tus hombres, si tienes suerte te zamparán un beso y si eres faramallero te dirán: un selfie pal Facebook.
Esta campaña electoral viene con todo. Por un lado, el gobierno deberá de una vez por todas, buscar soluciones, para así lograr que el descontento no se convierta en derrota, Por otro lado, la oposición con ingeniosos asesores al estilo de J.J. Rendón nos dibujará una esperanza al son de “hay un camino”. No nos extrañemos, si a Ramos Allup nos tortura con aquella frase: “Con AD se vive mejor”. Quizás, Julio Borges, nos deslumbrará con aquella cuña que ahoga nuestras penas o una María Corina nuevamente vestida de Pocahonta. La oposición no escatimará esfuerzo para poner la cómica. Pues, estamos acostumbrados.
En fin, la situación no es nada fácil. Ojalá no terminemos en decir al estilo de Cantinflas: “No sospecho de nadie, pero desconfío de todos”. Por tal motivo, nuestras críticas son válidas, pero dudar jamás.
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