Hemos planteado que los candidatos a la Asamblea Nacional deben ser
postulados mediante consultas a los ciudadanos, tesis apoyada por
sindicalistas, gremialistas, empresarios, educadores, estudiantes,
periodistas, dirigentes vecinales y políticos regionales.
Es
auspicioso que estos líderes tengan respeto por las opiniones de los
miembros de sus comunidades. Es lo menos a que la gente aspira, poner
sus asuntos en manos de quienes atiendan sus pareceres.
Millones
de independientes, la mayoría del electorado, saben que esas consultas
les permiten, como ciudadanos de a pie, influir en la conformación de
las listas de candidatos que competirán por las diputaciones. No tienen
que esperar hasta el día de las elecciones para tomar la palabra.
Así
funciona la cultura de la participación. Nadie es ajeno a su propia
suerte. Lo otro es el mundo de las imposiciones, en el que nuestros
asuntos resultan dirigidos desde arriba por gente extraña cuya
credencial es formar parte de esas jerarquías distantes que se
mineralizan en sociedades clasistas y que le otorgan a unos pocos el
privilegio de tomar decisiones por los demás.
La democracia es un
quehacer colectivo. Las oligarquías funcionan de otra manera: decide
una élite, sin que las turbulencias de los reclamos del común distraigan
la defensa de sus intereses privados.
No son camarillas torpes.
Toman previsiones con tal acuciosidad que no dejan nada al azar. Se
ponen de acuerdo entre tres o cuatro individualidades y transmiten la
idea de estar actuando por el bien común, como si de veras representaran
grandes colectividades.
Lo curioso es que militantes de
partidos vapuleados por quienes detentan el poder sirvan de soporte mudo
y pasivo a las acciones de la camarilla porque esta les ofrece vengar
las afrentas recibidas. Juegan a una supuesta lealtad interna, pero
saben que están siendo excluidos.
En el vasto mundo de los
independientes ese mecanismo no funciona, y si queremos que voten es
menester promover que escojan como candidatos a quienes conocen sus
problemas y les merecen confianza.
Convencido estoy de que la
mejor estrategia para ganar la Asamblea Nacional para la democracia es
la participación. Las imposiciones son recetas para el fracaso.
*Sociólogo / @claudioefermin / Fuente: ÚN
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