Este viernes 10 de abril se inicia un fin de semana que sin duda agregará un nuevo capítulo a la historia de la primavera política emancipadora que comenzó en América Latina con la llegada de la Revolución bolivariana y su máximo líder histórico, Hugo Chávez.
Ese capítulo desde ya se está escribiendo en la VII Cumbre de las Américas, ocasión en la que el bloque de países de América Latina y el Caribe va como un sólido conjunto, después de que los distintos bloques regionales como el Alba, la Celac y la Unasur condenaran contundentemente el decreto emitido el pasado 9 de marzo por el presidente Barack Obama, en el que se declaró a Venezuela como una “amenaza inusual” para Estados Unidos.
Al mismo tiempo, en Venezuela se inaugura el IV Festival de Teatro de Caracas, en el cual más de 200 agrupaciones tomarán los escenarios en más de 1300 actividades. Así, mientras las emociones y pasiones humanas se comprimirán y transmitirán al público desde las tablas del Teatro Nacional, Municipal, Bolívar, o desde las plazas públicas y comunidades que serán tomadas por el arte dramático, en la ciudad de Panamá tendrá lugar un evento donde los actores políticos hemisféricos compartirán un escenario común para escenificar una lucha política que no carecerá de pasión, emoción y drama.
Durante el festival de teatro, como actividad colectiva y democrática por excelencia, actores y público compartirán espacios comunes para vivir ese fragmento de la sustancia del universo en el que todos se verán reflejados y que además vivirán como experiencia enriquecedora del espíritu, la imaginación y la sensibilidad. Mientras tanto, en medio de la conmemoración de los 13 años del golpe de Estado que derrocó al presidente Chávez por 48 horas, así como en las tablas de Caracas durante La Tarea Secreta, las Mujeres infieles o la Gatomaquia, en los ataviados y relucientes salones dispuestos en Panamá para la cumbre, habrá drama; habrá contienda.
En estos días previos a la cumbre, varios analistas han recordado la edición de la Cumbre de las Américas de Mar del Plata (2005), ocasión en la que el plan neocolonial del Alca se estrelló contra la dignidad de líderes como Chávez y Kirchner, o la ocasión en la que Chávez obsequió a Obama el libro clásico de Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina, “para que aprenda a conocer nuestra realidad y respetarla”. Y si bien estas cumbres han sido barómetros que han venido indicando los cambios copernicanos que se han venido dando en el campo de la geopolítica internacional, hoy recordamos estas cumbres anteriores porque, como apunta Modesto E. Guerrero, la Casa Blanca teme que esta VII cumbre termine como la de Mar del Plata o la de Trinidad.
Para este nuevo evento, nos enteramos hoy, no habrá declaración final debido a la falta de consenso frente a algunos temas sensibles a tratar durante la cumbre, y que Estados Unidos ha insistido en censurar por no ser de su interés. Pero además, las tablas de la cumbre retumbarán con la flamante presencia de Cuba y la gran fuerza moral de nuestro país Venezuela, el cual exigirá en nombre de todo un pueblo la derogatoria del decreto injerencista de Obama, respaldado con millones de firmas, el derecho internacional y hasta por el propio marco jurídico de la OEA.
Así como la comunidad caraqueña y venezolana en general no se pelará el Festival de Teatro de Caracas, la comunidad internacional tendrá los ojos puestos en una Cumbre que volverá a ser expresión del cambio de época que estamos viviendo, el cual implica el afianzamiento del nuevo contexto multipolar y del fortalecimiento de la integración de América Latina.
Desde aquí, los venezolanos estaremos en el patio central disfrutando de Relatos Borrachos o de un Romance en Barlovento, y exigiendo al mismo tiempo #ObamaRepealTheExecutiveOrder.
@MauroGonzag
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