jueves, 4 de junio de 2015

Modesto Emilio Guerrero: El día que la mujeres argentinas fueron una multitud indignada

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Algo explotó ayer 3 de junio en la Plaza de los dos Congresos. A las 14 hs. eran centenares, una hora después miles, a las 4 de la tarde una masa de decenas de miles y a las 17 una multitud incontenible de más de 100 mil mujeres indignadas.

Según el informe ofrecido a esta agencia por la ONG Casa del Encuentro, confirmado con llamadas telefónicas, se puede registrar que salieron a las calles en todas las capitales provinciales del país, excepto en tres, y que eso fue acompañado por manifestaciones en cada pueblo donde hubo víctimas recientes, por ejemplo, en Olavarría y Monte Hermoso, donde muchos miles se concentraron en sus plazas.

El estimado podría sumar alrededor de medio millón de mujeres protestando a nivel nacional, una magnitud que supera todas las convocatorias últimas, sin contar con aparatos, recursos ni dinero. Solo la decisión de no soportar más una situación insoportable.

Medido el acto por el método de 3 persona cada metro cuadrado, en Plaza Congreso se aglomeraron unas 200 mil personas. Pero entre las 5 y media y la 6 y media, aproximadamente, no había manera de moverse libremente en ese mismo metro cuadrado, o sea, el mismo espacio fue ocupado por cuatro personas.

Eso fue el acto convocado en la Plaza de los Dos Congresos por una consigna: "Ni una menos". Un multitud convertida en mujeres indignadas que respondieron a un llamado hecho por las redes sociales a partir de la iniciativa de un pequeño grupo de mujeres que dijeron no a los titulares de muerte de su género.

El asesinato de Chiara, una niña de 14 años, fue el punto de partida de una movilización que modificará en breve al conjunto de la política y a buena parte de la sociedad. Por ejemplo, la Ley que no ha sido reglamentada desde hace años, leyes que faltan, programas y políticas que superen los discursos, capaces de dar respuesta inmediata al espanto de ver morir cada 21 horas a una joven mujer por su condición femenina.

El desborde físico y emocional del fenómeno político que presenciamos ayer en las 5 horas que duró la concentración, contiene todos los reclamos que el sistema policial y el sistema judicial han desechado.

Miles de cartelitos y fotografías con los nombres de las mujeres asesinadas, heridas, golpeadas, ultrajadas, testimonios de centenares mujeres que relataron a los medios su drama no escuchado nunca por las instituciones.

Tantos rostros y denuncias escritas en múltiples formatos, fue la manera de revivir y redimir a las víctimas invisibles de un drama social llamado femicidio, un término aparecido en Argentina en el último tiempo, para registrar un dato cruel de historia presente.

"Nosotros somos vanguardia", le salió del alma a Jorge, el padre de Wanda Tadei, la joven asesina el año pasado, hoy convertido en militante de esta causa. Esa frase simple contiene la fuerza de un cambio de contenido histórico en la sociedad argentina, tan hondo como el cambio producido cuarenta años atrás por las madres de Plaza de Mayo.

Eso explica el impacto internacional del acto de ayer y el uso que se le comienza a dar al término en muchos países. Movimientos de mujeres de Chile y Uruguay salieron a las calles de sus capitales, pero en el resto del continente el efecto tectónico comenzó a remover la idea naturalizada del femicidio. También hubo actos en México y Miami.

En Guatemala, por ejemplo, se aprobó el derecho al matrimonio igualitario y en Europa la prensa tuvo que reseñar la manifestación como un acontecimiento pocas veces visto.

Es que fue lo más parecido a la explosión social de diciembre del 2001 cuando una reacción democrática masiva le dio voz a los desplazados del neoliberalismo, como ocurría entonces en otras capitales de América latina.

Eso explica que los micrófonos y las cámaras del periodismo fueron ayer el instrumento indispensable para interpelar a las instituciones y a la conciencia de la población, y a un sistema judicial y policial que no escucha a las mujeres, excepto cuando ya son cadáver.

En esa medida, fue una grandiosa manifestación democrática de los nervios y los múculos, a falta de leyes e instituciones que garanticen sus derechos humanos.

Una veintena de "famosos" o "mediáticos", esa especie nueva en el planeta de la televisión, figuraron en una multitud que no los tuvo como centro por un día, aunque aprovecharon el mago escenario para condenar el femicidio, un frama social al que han contribuido, consicientes o no, desde sus roles machistas en la rentable industria del entretenimiento, sin la cual no serían tan famosos ni tan acaudalados.

Este 3 de junio se inscribirá como una fecha original en calendario de las grandes efemérides politicas de la historia de la mujer y del país.

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