martes, 30 de junio de 2015

Juan Barreto: Nueva hegemonía continental

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Uno de los debates que siempre se ha dado particularmente al interior de las izquierdas es el que tiene que ver con la naturaleza de los sujetos que hacen posible las transformaciones. En el caso de América Latina, cientos de miles de militantes revolucionarios y de izquierda tomaron caminos discretos y modestos, y paulatinamente sembraron pequeñas experiencias de base.

Luego de la derrota política y militar de la izquierda en América Latina durante tres décadas (60, 70 y 80) y el derrumbe del bloque soviético se produce una crisis en los partidos y organizaciones progresistas tradicionales que nos llevó a un gran debate y que trajo como consecuencia una diáspora de fuerzas populares que poco a poco desde su reflexión interior fueron consiguiendo y creando nuevos caminos.

Estas corrientes se abrazaron, por ejemplo, a la Teología de la Liberación, a movimientos ecologistas, cooperativistas, de pobladores, feministas, comunales, cocaleros, indigenistas, etcétera; que conformaron luego una nueva textura para una subjetividad política otra; movimiento de lo real que, a su vez, fue generando una visión heterogénea y diversa de los procesos emancipatorios y reactivando el deseo político que hoy se expresa como línea de superficie de las distintas formas de expresión y distintos matices de la nueva izquierda latinoamericana.

Queremos subrayar que de esta manera fue estableciéndose un tejido de relaciones sociales alternativas de carácter subterráneo, que fue transversalizando todas las luchas y demandas de los pueblos, hasta hacerse línea de visibilidad, devenir proceso y movimiento.

Así es cómo podemos ir forjando un tinglado de visiones paralelas, capaces de articular un discontinuo propio. Éste, precisamente hoy, está posibilitando la emergencia de una nueva hegemonía continental.

De él han surgido voces potentes, partidos, fuerzas, movimientos; que articulan el paralelaje y la identidad de las demandas sociales hasta convertirlas en reales opciones de poder permanente; es decir, estamos hablando de una nueva hegemonía continental en lo geográfico, en lo sociocultural y en lo político.

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