La tensa espera por las parlamentarias ha potenciado en algunos medios y redes de oposición la mirada política por encima de la ética periodística. El contexto económico y el político-electoral han incidido de manera tal en el desempeño informativo, que la veracidad de la noticia se ha convertido en un asunto absolutamente cuestionable. Nunca como antes el concepto de noticia no lleva necesariamente inserto “el concepto de verdad”.
La ciudadanía se ha visto sometida a un bombardeo mediático multidimensional que se alimenta de las condiciones objetivas, las potencia y explota las vulnerabilidades psicológicas de la población. Se crean peligrosos escenarios de ingobernabilidad política-institucional y de inestabilidad económica y social. Se promueve un clima de malestar permanente que se expresa en manifestaciones y protestas violentas profusamente cubierta por los mismos medios. En algunos casos es muy claro el guion propagandístico desestabilizador, al igual que la intención de generar un conflicto o salida violenta. Últimamente, la estrategia se centra en la violación de los derechos humanos, que, curiosamente, amerita la solidaridad y apoyo de ciertos expresidentes y la asesoría en derechos humanos de Felipe González.
Recientemente, el presidente Rafael Correa recomendó a gobiernos progresistas de la región mantener la unidad para enfrentar intentos de desestabilización de la derecha. Denunció una “clara estrategia”, que incluye “acciones coordinadas y parámetros que se repiten en países como Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador”. Suerte de mapa de desestabilización con articulación nacional e internacional y actores políticos en contacto que promueven tales acciones. Señala entre los patrones “una permanente guerra psicológica” aupada por los medios de comunicación de la derecha, “la espina dorsal” de los poderes que han dominado la región.
Denuncia Correa que “el poder mediático está (…) en la base del poder que ha dominado América Latina”. Enfático, alerta: “Si queremos verdaderos cambios en América latina, tendrá que cambiar ese poder mediático para el bien común, para que informe, no para que manipule, para que los periodistas cumplan su papel de periodistas y no de politiqueros disfrazados de periodistas”.
maryclens@yahoo.com / ÚN
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