En socialismos del siglo XX, muy contrario a la igualdad social que pregonaban, se creó una realidad con sus propios privilegiados. Hijos de Cuadros Superiores (HCS) es el nombre que el novelista chino Qiu Xiaolong les da a los hijos de la alta burocracia de su país en su obra Muerte de una heroína roja. Retrata una casta de privilegiados, que por el solo mérito de ser hijos de papá y mamá tienen acceso a las mejores escuelas y cargos, a viajes y toda suerte de bienes vedados al pueblo. Cuando cometen algún delito, los mandan de viaje o la ley se hace la loca.
Los HCS se repiten en otras experiencias del socialismo real. Los hijos de los revolucionarios cubanos van a las mejores escuelas, gozan de protecciones, pueden viajar y regresar al país, y otros privilegios que el cubano común desconoce.
¿Qué podemos decir de los HCS venezolanos? Los privilegios saltan a la vista. La permanencia de los hijos de Chávez en la Casona, los diversos cargos que se le otorgan al hijo de Maduro, los viajes por el mundo que podemos seguir en Internet de la siguiente generación de la familia Chávez, la vida glamorosa de la hija de Cabello, los cargos que sin méritos tienen hijos y parientes de Flores, son apenas los más evidentes. Es como si en ese afán del socialismo de desconocer la condición humana desestima la necesidad de crear una institucionalidad de contrapesos y controles a quienes tienen poder, lo cual termina por producir la reemergencia de los atrasados valores de desigualdad social que existieron antes de sus “revoluciones”.
Fue conquista de la modernidad considerar al ser humano igual política y socialmente. Anteriormente, los órdenes políticos se legitimaban en una supuesta desigualdad natural del ser humano y ello derivaba en poder y privilegios para los “superiores”, bien por herencia, color, algún rasgo extraordinario, conocimientos, etc. En regímenes patrimoniales no hay igualdad.
En Venezuela sufrimos un poder patrimonial. Aunque la desigualdad siempre ha existido, lo nuevo es su legitimidad, la desfachatez, esta exhibición sin pudor, y esa falta de independencia del Poder Judicial y Ciudadano para denunciarlo y sancionarlo. Los HCS del chavismo darían también para unas buenas novelas como las de Qiu Xiaolong.
@mlopezmaya / ÚN
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