La casi totalidad de las voces internacionales que se refieren a Venezuela han retomado con insistencia la necesidad de un diálogo político en Venezuela. Claro, aquí hablamos de voces oficiales, con la casi única excepción de Estados Unidos, que solo lanza ataque tras ataque, y no de los voceros políticos de la ultraderecha como los tres ex presidentes que vinieron a meter sus hocicos neoliberales en nuestro país, ni de la canalla mediática, como el Washington Post que solo pide que al gobierno de Maduro se le tilde de “tiranía” y ya está. Pero las voces oficiales pro-diálogo entre Gobierno y oposición se multiplican.
Ahí está el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien dice apoyar los esfuerzos de la Unasur para “relanzar el diálogo entre el Gobierno y los miembros de la oposición”. Claro, Ban mete su venenito propio de un simpatizante del imperialismo, cuando añade que el tal diálogo puede “ayudar a que el país supere sus actuales desafíos y garantice los derechos humanos de todos los venezolanos”. Tampoco podíamos esperar demasiado de este sujeto que avala por acción u omisión casi todas las trapisondas imperialistas. Ya es bastante que exprese que “En ese sentido, da la bienvenida al anuncio del secretario general de Unasur sobre una próxima visita a Venezuela de una delegación de ministros de Asuntos Exteriores de Unasur”. Sin duda, esta declaración de Ban reafirma la gran importancia geopolítica que ha alcanzado esta alianza suramericana, de la que forman parte países tan relevantes como Brasil, Argentina, y la misma Venezuela por su poder energético y por ser un referente político. Gracias Chávez, por los favores recibidos.
Por su parte, Juan Manuel Santos se ha ofrecido como mediador y ha dicho que “El futuro que se puede construir es solo si ambas partes se sientan a dialogar, de otra forma va a ser muy difícil encontrar salida a los problemas que se están viviendo en Venezuela… Eso es lo que queremos, sería ideal que las dos partes se pusieran de acuerdo para solucionar esa situación tan difícil. Si nosotros podemos poner nuestro granito de arena respetando la autonomía de Venezuela pues ahí estaremos”.
Ahora bien, esa onda de pedir el diálogo en Venezuela tiene sus bemoles, pues si bien esa es la misma política que ha venido promoviendo el gobierno venezolano, llama la atención que solo gobiernos muy cercanos políticamente al nuestro le han dado real relevancia a las denuncias de intentonas militares hechas, con presentación de algunas evidencias, el Gobierno nacional. En ese sentido, es conocido el axioma de que no hay malos entendedores sino malos explicadores ¿Hemos explicado bien al mundo lo que pasa en Venezuela?
Pero quizá no se trate de que no hemos explicado bien lo que ocurre, más bien tal vez entra en juego aquí otro conocido axioma: no hay peor ciego que quien no quiere ver. Los gobiernos neoliberales de América Latina tal vez estén adoptando la misma posición pusilánime de la oposición “moderada” de Venezuela, y se anden haciendo los paisas para no mal ponerse con la ultraderecha radical de nuestro país, que al fin y al cabo comparten los mismos ideales –o al menos unos muy parecidos- de gobiernos como el de Colombia, Panamá (una de las mecas de los conspiradores), Costa Rica, Guatemala, México, Perú y otros.
En ese sentido, de nuevo la lúcida mente de Pepe Mujica pone las cosas en su lugar cuando dice que en Venezuela existen dos tipos de oposición: “Está Capriles y su entorno que quieren una salida de carácter institucional, que se vaya a elecciones legislativas, que se vaya al plebiscito revocatorio y hay otra gente que quiere que se vaya ahora -el Gobierno- , que quiere dar un golpe de Estado y que se vaya ahora”.
Ahora bien, lo cierto es que en la Venezuela chavista siempre ha habido diálogo, el más notable sin duda el diálogo social, y particularmente el diálogo con los excluidos de siempre, que participan ahora de mil maneras en distintos tipos de organizaciones populares. Este es el único país del mundo donde la Constitución nacional fue producto de un diálogo generalizado que bajó a las estaciones del Metro, a los mercados, a los hogares, a las fábricas, a los campos.
Por otra parte, ha existido y existe el diálogo con sectores productivos privados. Esta ha sido una política que Nicolás Maduro ha profundizado. En los tiempos recientes, en su intención de contribuir para derrotar la guerra económica y superar las actuales dificultades que golpean al pueblo, el Gobierno nacional se ha reunido con diversos sectores privados: farmacéuticos, distribuidores de bienes masivos, cadenas y centros comerciales, importadores de distintos insumos, medios de comunicación y otros.
El gran problema es el dialogo con los sectores políticos ¿Es posible ese diálogo en este momento? No parece para nada fácil ¿Aceptará la oposición “moderada” la clara realidad que expone Pepe Mujica en el sentido de que hay en Venezuela un sector opositor golpista que quiere salir por la fuerza del presidente Maduro? Esa es una condición que ha puesto el Presidente para que el diálogo se dé, y lleva toda la razón, y en ese sentido ha dicho claramente que no seguirá aceptando el juego a “dos bandas”: por un lado se participa en la dinámica democrática, y por el otro se conspira y se desarrolla planes de golpe de Estado.
Otra dificultad es que seguramente hay muchos sectores sociales y algunos sectores productivos privados que quieren que la situación del país mejore porque así mejorarán ellos mismos. No es el caso de la oposición política. Para ellos mientras peor vaya el país, mejor, porque piensan que así se acelerará la caída de la Revolución Bolivariana y ellos tendrán la oportunidad de retomar el poder, que es lo único que realmente les interesa. Ya se intentó dialogar con esa oposición hace cosa de un año y finalmente pateó la mesa, sometidos a los intereses de la ultraderecha radical de la cual no se deslindan por oportunistas y cobardes políticos. Así no se puede.
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