domingo, 22 de febrero de 2015

Luis Vicente León: opciones para atender la crisis

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No hay forma de avanzar en la solución de la crisis actual sin modificar el sistema cambiario y permitir que la moneda camine a su valor real. El mecanismo óptimo sería una unificación cambiaria que sincere el mercado y elimine la demanda excedentaria de divisas. Mientras se mantengan los tipos de cambio múltiples es imposible evitar el arbitraje, que se traduce en demandar divisas baratas para venderlas caras, sin contar con los estímulos a la corrupción por sobrefacturación, importaciones ficticias y comisiones. La nueva medida de apertura cambiaria puede considerarse un movimiento positivo para oxigenar el mercado, pero es insuficiente. Si embargo, considerando que el gobierno rechaza la unificación, quizás por miedo, la mejor aproximación que podría tener sería: 1) limitar las entregas en Cencoex a un porcentaje mínimo de importaciones, 2) permitir que Sicad se desplace con el mercado a tasas significativamente mayores, acercándose al cambio libre y 3) Simadi debe ser un mercado completamente abierto y financiado con dólares del gobierno y Pdvsa, colocaciones del sector petrolero privado y títulos de deuda en dólares, que aproveche su dinámica para obtener financiamiento fresco, aunque sea costoso.

Pero el mecanismo cambiario es sólo una pequeña parte de esta historia. Más allá de las medidas de generación de divisas que hemos comentado antes como indispensables (aumento de la gasolina, venta de activos externos, negociación de cuentas por cobrar, financiamiento extranjero), es indispensable el rescate de confianza del sector privado y el establecimiento de mecanismos explícitos de estímulo a la inversión. La pérdida de confianza es brutal. La vemos en el precio de los bonos y en las decisiones de algunas multinacionales de tirar a pérdidas contables sus inversiones en Venezuela. Si añadimos que el país parece un carrito chocón peleando diariamente con clientes tradicionales como Estados Unidos, amigos como España o Chile o denunciando complots de la Unión Europea, es evidente lo que está pasando. Es como el chamo que todo los días tiene una excusa para explicar por qué lo botaron del colegio, lo acusan de rayar el carro del profesor, dicen que explotó la poceta o lo rasparon en todas las materias, pero no fue él, fue Teté.

¿Cómo rescatar confianza? Nada fácil, pero definitivamente no atacando al sector privado o usándolo de chivo expiatorio. Tampoco invitándolo a invertir sin condiciones adecuadas. Es promoviendo un diálogo serio. Sentándose con ellos, pero no para que te oigan sino para oírlos. Firmando un acuerdo nacional de rescate de producción e inversiones (y cumpliéndolo desde el primer día). Liberando de inmediato a los empresarios que han sido apresados bajo la excusa de las colas y el desabastecimiento, que evidentemente son responsabilidad de la escasez producida por los controles y no de una guerra económica ficticia, que la mayoría de la población no cree y todo el sector empresarial sabe perfectamente que es falsa. Ajustar los precios, flexibilizar las operaciones y eliminar las distorsiones que causa la inamovilidad laboral individual y canjearla por una numérica total que elimine los estímulos al abuso y la corrupción. Devolver activos productivos privados expropiados que han sido destruidos, como el caso de Agroisleña o Sambil La Candelaria y reducir la penetración pública en las importaciones para combatir la ineficiencia y la corrupción. Pero sobre todo, enviar un mensaje de que el gobierno entiende la importancia del sector privado y está dispuesto a trabajar con él para rescatar al país. De eso se trata. Pueden hacerlo o no, es su decisión. Pero de eso depende que puedan rescatar los equilibrios… o no.

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