Ya parafraseamos que la ética es la estética de la política. Agregamos hoy que la política espera desde la ética una nueva estética. La ética nos obliga a buscar las causas de los problemas. Descifrar las verdades tras las sombras. Vislumbrar las consecuencias. La estética reclama su lugar en las rectificaciones.
La catástrofe electoral que sufrimos este 6D es el clímax del plan imperialista, al que contribuyeron con creces importantes sectores del poder constituido.
Si faltó humildad y claridad en la conducción de la política en momentos de hegemonía y bonanza, mal podemos reincidir en esas falencias frente a la derrota y la crisis.
II
Uno de mis artículos semanales de 2007 titulado La Dictadura de la Burocracia, se me acaba de atravesar con una desgraciada vigencia: “Si urgente es comenzar la construcción de una ética pública basada en los valores socialistas de la transparencia y el desprendimiento solidario, también lo es crear una cultura de la producción y la productividad, inspirada en la independencia nacional, la racionalidad económica y el trabajo creativo dignificante. Porque repartiendo cachivaches, dando carguitos que esclavizan conciencias y despilfarrando petrodólares, no se hace revolución alguna. Eso ya lo hicieron los adecos”.
En marzo de 2006, anotando ideas para mi libro El Socialismo del Siglo XXI: definiciones y particularidades del proceso venezolano, escribí un breve cuestionario sobre el socialismo, cuya última pregunta, con su respectiva respuesta, era esta: “¿Puede un revés electoral detener e incluso hacer retroceder la revolución socialista? Sí. Aunque en el caso venezolano no luce probable en el corto plazo, sin mayoría popular la Revolución no es posible”. Era 2006.
III
Las tendencias históricas deben leerse con lentes científicos. Un balance serio de los hechos consumados no puede ser autocomplaciente. Estos fenómenos no ocurren unidireccionalmente. La política experimenta una multiplicidad de factores determinantes y desencadenantes, que no suceden de la noche a la mañana. La dialéctica enseña que sólo una sucesión de cambios cuantitativos desembocan en transformaciones cualitativas; que no necesariamente son todas revolucionarias.
Achacar la causa de la derrota a un solo actor o suceso, es desconocer elementales principios del arte de la guerra, esa cruel forma de política por otros medios.
Los puntos críticos son la intersección de curvas que representan condiciones objetivas y subjetivas. Los estallidos revolucionarios se producen cuando las condiciones socioeconómicas de las mayorías se han depauperado, y se ha elevado el nivel de conciencia y organización de su vanguardia, con la suficiente fuerza suficiente para asaltar el poder.
Pero los procesos revolucionarios no son irreversibles, y la derecha también se sabe estas lecciones.
IV
La magnitud de la derrota anuncia la activación de un poder constituyente a la inversa. El abanico constitucional de que dispone la derecha no será despreciado para reinstaurar el poder pro imperialista.
La crisis de la Revolución Bolivariana no comenzó el 6D, se potenció con la muerte del líder y se profundizó por la indefinición ideológica, la falta de proyecto económico, el reciclaje de la ineficiencia y las concesiones suicidas a la corrupción.
No hubo una dirección política suficientemente clara para ver estas urgencias. Como no la ha habido para asumir la tarea impostergable e insustituible de la formación ideológica, ni para tener una correcta política comunicacional, ni para hacer una campaña exitosa, de contenidos, no de slogans y farándula.
V
Regalar computadoras portátiles a cada estudiante estimula el individualismo, cercena la creatividad y premia la ausencia de compromiso. Pero hacerlo como parte de una campaña electoral estimula la idiotez y la corrupción.
Las ingenuidades nos colocan al borde del ridículo: “no estamos derrotados”, “es una victoria porque se desmontó la matriz del fraude”, “hay que revisar qué pasó en tal o cual circuito”, “seguiremos protegiendo al pueblo”, (y el último descubrimiento del despecho) “el presidente puede disolver la Asamblea”.
Reiterarnos inoportunamente en la arrogancia, es seguir rumiando la misma hierba que nos indigestó.
Se suele apelar a la grandeza de Hugo Chávez para anotarse en la épica, preferentemente citando el “por ahora”, como augurio de que más adelante si tendremos éxito. Eso no está mal.
Pero las palabras del Comandante que pusieron en sus hombros la carga ética de aquella madrugada gloriosa, fueron precisamente las que daban un balance e invitaban a rectificar: “los objetivos que nos planteamos no fueron logrados”, “es tiempo de reflexionar”, “por favor, reflexionen”.
VI
Termino esta primera lectura del 6D, con un breve texto de Benedetti que es una oración a la autocrítica.
PAUSA
De vez en cuando hay que hacer una pausa
Contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana
Examinar el pasado rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa
Y no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades.
Sólo la verdad histórica forma pueblos libres.
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